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No hay nadie más ignorante e inútil que aquel, que de rodillas y con los ojos cerrados busca una respuesta.


PARA SU INFORMACIÓN: Los ateos no creemos en ninguno de los 2.700 dioses que ha inventado la humanidad, ni tampoco en el diablo, karma, aura, espíritus, alma, fantasmas, apariciones, Espíritu Santo, infierno, cielo, purgatorio, la virgen María, unicornios, duendes, hadas, brujas, vudú, horóscopos, cartomancia, quiromancia, numerología, ni ninguna otra absurdez inventada por ignorantes supersticiosos que no tenga sustento lógico, demostrable, científico ni coherente.

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30 de noviembre de 2012

Estrategias pseudocientíficas para hacer apología de la superstición



A lo largo de estos años de redacción del blog, diversos creyentes en las innumerables supersticiones (sean éstas de tipo religioso, paranormal o pseudocientífico) que anidan en la mente del ser humano han contestado a mis escritos. Algunos de ellos para descalificar mis escritos, unos pocos para insultarme directamente por mi blasfema impiedad y otros muchos para mostrar su indignación por mis opiniones y hacerme saber de paso que sus creencias y los sentimientos que albergan hacia ellas estaban (según su particular, sesgado y totalmente errado criterio) por encima de mi libertad de expresión. Salvo con los insultos directos, he intentado contestar y razonar con estos oponentes y hacerles ver los evidentes fallos de sus deficientes reflexiones. Pero también me he encontrado con un nuevo tipo bastante particular de oponentes, que yo llamo los “pseudocientíficos filosóficos”, que además parecen estar proliferando en los últimos tiempos. Imagino que porque la defensa clásica de la superstición ha llegado a su máximo techo y necesitan contraatacar de alguna manera a la ya famosa argumentación resumida muy claramente por Carl Sagan de que 


“Afirmaciones extraordinarias requieren siempre de evidencias extraordinarias que las sustenten”


Así que imagino que pensando que la mejor defensa es un buen ataque algunos de estos grupos han desarrollado esta “Pseudociencia Filosófica” que consiste básicamente en tres sencillos principios:

El primero consiste en recubrir bajo una “terminología científica” lo que simplemente es superstición. El exponente más claro de este comportamiento es el por todos conocido y mal llamado “creacionismo científico” o diseño inteligente.  Se “buscan” pruebas de la intervención divina en la naturaleza o en los supuestos textos sagrados revelados por la deidad judeocristiana (para ver una extensa y contundente refutación de los supuestos “hechos científicos” corroborados por la Biblia el blog La ciencia y sus demonios dedicó toda una serie completa de 9 entradas) y por supuesto sin realizar ningún estudio científico, se afirma categóricamente que la ciencia ha corroborado la superstición tratada. Un ejemplo llamativo por lo ridículo es el blog Creacionismo especial en el que se defiende el Génesis al completo, incluida una vuelta al más estricto geocentrismo bíblico con supuestos gráficos, diagramas y un desarrollo pseudomatemático-físico de disparatadas ecuaciones sin sentido que nos "demuestran" que la Tierra es el centro inmóvil del Universo. Ahí es nada.

El segundo consiste en el sesgo más absoluto a la hora de evaluar las pruebas a favor y en contra de sus argumentos, es decir la aplicación más estricta posible de la coloquial y famosa ley del embudo

 “Lo ancho para uno/lo estrecho para los demás”

Cuyo ejemplo más claro junto con los creacionistas son los negacionistas del SIDA, éstos últimos con los que he tenido que lidiar últimamente en un larguísimo cruce de argumentaciones y contraargumentaciones en una entrada previa

Así mientras cualquier remota coincidencia entre sus teorías y los hechos les sirve de base irrefutable para demostrar la verdad de sus creencias aunque existan infinidad de datos, experimentos o estudios contrarios a sus tesis, en cambio cuando estos individuos analizan la literatura científica contraria a sus argumentaciones se convierten rápidamente en los más firmes y extremistas defensores de la integridad del método científico y de la ciencia en general. Así en el ejemplo del SIDA argumentan que el VIH no existe y que la inmunodepresión ligada al virus es un conjunto de decenas de enfermedades diferentes que se curan básicamente con vida sana y relajada, alimentación natural y tratamientos de “medicina” alternativa. ¿Sus pruebas? No esperen ningún experimento realizado por ellos puesto que no se degradan a tal bajeza experimental. Simplemente argumentan que, como en los trabajos originales de Gallo o Montagnier no se purificó al 100% el virus, entonces el VIH no existe. No entienden de grados de pureza porque probablemente nunca han estudiado o se les ha olvidado completamente la química del bachillerato elemental, en donde lo primero que se enseña es que se puede trabajar con reactivos de distinto grado de pureza y que la pureza absoluta no existe. Si el prospecto de un método de detección del virus o en un estudio posterior se indica que a veces aparecen falsos positivos (por cierto, como en todo criterio humano de identificación), ello se convierte en otra prueba adicional de la no existencia del virus. Como ven una transliteración casi exacta del pecado original cristiano a la ciencia. Si algo no es perfecto, es que mi teoría aunque no tenga ningún apoyo experimental, es verdadera. No importa cuántas otras pruebas existan a favor de la existencia del virus y de la enfermedad, todo es erróneo en su sesgada argumentación de fondo. 

Inciso, esta argumentación “purista y perfeccionista” es similar en ignorancia y absurdez a la de un alucinado que intentara convencernos a día de hoy de que la aviación no es factible y que los aviones no existen porque dice haber encontrado que el vuelo original de los hermanos Wright en Carolina del Norte en 1903 duró menos de lo que cuentan las crónicas históricas, o que el avión fue ayudado por una repentina racha de viento en su desplazamiento, o que un historiador acaba de descubrir que los intrépidos inventores no era hermanos. 

Y la tercer argumentación compartida por creacionistas, negacionistas del SIDA y activistas antivacunación entre otros "disidentes" de la ciencia es apelar a los conceptos de libertad de expresión y debate para difundir todas las opiniones y puntos de vista sobre el tema en cuestión por muy disparatados que estos sean, mediante la errónea e interesada aplicación de los derechos políticos y el concepto de democracia a la ciencia. Y es que esta apelación además de tergiversadora es absolutamente errónea. Cuando se va construir un puente no se forma una comisión democrática encargada de decidir si el puente se va fabricar en acero y hormigón o si se elige la solución de los incas de hacerlo trenzando manualmente fibras vegetales (por cierto una solución totalmente ecológica), tampoco se vota democráticamente cuánto hormigón se va necesitar en la construcción. Simplemente se contrata a profesionales expertos: geólogos que estudien la consistencia del terreno e ingenieros que diseñen una estructura sólida a prueba de terremotos. Tampoco se escuchan, valoran y se votan todas las opiniones de los pasajeros cuando encontrándose en un avión, uno de los motores falla y hay que decidir hacia dónde y cómo continuar o si por el contrario hay que hacer un aterrizaje de emergencia. Son los pilotos los que sin consultar con el pasaje toman las decisiones que consideran más factibles en ese momento. Por supuesto el cirujano tampoco pide consejo al enfermo o familiares sobre que arteria coser o cual va ser el tamaño del pedazo de órgano que va a extirpar para asegurarse que está eliminando de forma correcta el tejido tumoral. Entonces ¿porqué en asuntos muchísimo más importantes y que afectan a la salud y a la vida de cientos de millones de personas y en donde decisiones erróneas (basadas en creencias), que nos pueden retrotraer a épocas no tan lejanas en donde éramos pasto de terribles epidemias, hay que abrir debates en los que se permitan todos los puntos de vista? Porque no nos engañemos, cuando neohippies en conexión mística con la naturaleza argumentan que, ellos no vacunan a sus hijos porque no creen en las infecciones y no quieren introducir en los cuerpos de sus pequeños sustancias artificiales, que además no son necesarias (según el experto consejo de chamanes y gurus) porque una vida sana y tranquila, junto con una alimentación natural a base de zumos y verduras les va a mantener sin enfermedades hasta la vejez, están no sólo poniendo en peligro a su descendencia sino que si el ejemplo cunde y otros siguen su demente consejo, enfermedades hoy prácticamente eliminadas volverán rápidamente a matar a miles de niños como en épocas no tan lejanas. Lo mismo ocurre con los negacionistas del SIDA, si de verdad el VIH no existe y la enfermedad es una descompensación del propio cuerpo ¿qué necesidad hay de tomar los antiretrovirales y ponerse el preservativo? Y así aparece el consiguiente riesgo de que los cientos de miles de infectados del primer mundo, que actualmente llevan vidas bastante normales con la adecuada medicación, abandonen los tratamientos y empiecen a morir como en las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado. O ya puestos, ¿para que va a invertir un país del tercer mundo parte de sus escasos recursos económicos en comprar los todavía caros tratamientos antiretrovirales si el VIH no existe? Pues menudo ahorro que consigo, pensará el siempre preocupado ministro de economía del paupérrimo país. Y claro, luego pasa como en Sudáfrica tal y como comenté en una entrada previa, que cuando el presidente Mbeki fue convencido por las teorías de los negacionistas y dejó de comprar los antiretrovirales, más de 300.000 sudafricanos pagaron su ignorante locura muriendo de forma prematura y más de 30.000 niños nacieron con el virus por falta de medicación contra el SIDA, siendo todavía en la actualidad el país con mayor número de muertes anuales por esta terrible pandemia. 



1 comentario:

  1. En Pijamasurf dejaste un comentario y me pareció muy interesante. Veo que tu blog es bastante completo y profundizas mucho en los temas que tocas. Si pudieras explicar a detalle tu comentario sería de gran ayuda para mi. Es un tema que me intriga enormemente y no comprendo bien si aludes a que estar "colocado" sirve para algo positivo o a que estar colocado no sirva para nada bueno.

    Otra duda es respecto a la definición de "conciencia" y la idea de "alteración".
    Que podrías definir por "conciencia" y como opera la noción de "alteración" en el marco de su definición.

    Gracias por compartir tus ideas.

    Acá está tu comentario:

    "Está claro que los psicotrópicos alteran la conciencia, otra cosa es que estár “colocado” sirva para algo positivo. diario-de-un-ateo.blogspot.com"

    http://pijamasurf.com/2012/12/russel-brand-y-daniel-pinchbeck-hablan-sobre-las-virtudes-del-dmt-y-la-ayahuasca-en-un-programa-de-tv-de-fox/

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